La farsa de la psicología moderna que nos promete resolver nuestros problemas
Hace tiempo ya que los tópicos de la psicología son de dominio público. ¿Que hay de veracidad en todos aquellos «consejos psicológicos» que compartimos?
«Esto es dedicado para Sigmund Freud y Judit Butler», dice Residente en su nuevo video musical «Sexo», en el que hace uso de aquello que está al alcance de todos, la cultura popular —o en todo caso a esta aparente democratización y digitalización del conocimiento acumulado en las culturas—. El video es innegablemente divertido, casi tanto como el tema —bueno, Trump también era divertido en ocasiones—, pero ya que estamos, vale preguntar:
a) ¿Tiene razón Residente? ¿Todas las acciones son motivadas por la búsqueda de sexo? Sí y no, si nos atenemos a que en la teoría psicosexual de Sigmund, el sexo es una especie de espina dorsal, algo inevitable más que un objeto a conseguir;
b) ¿Es esta manifestación, así como otras, acercar la psicología a ámbitos ajenos a la misma, o sólo es el remanente vago de una idea sin marco teórico? Lo olvidábamos, Residente: el marco teórico es una excusa para tener sexo.
II
¿Cuál es el ciclo que enfrenta la psicología en tanto se independiza y pasa de ser relegada a formar parte de la cultura de masas? Si bien el psicoanálisis fue la estrella magna que acaparó la segunda mitad del siglo XX —en la que ahora brillan las neurociencias— todas las corrientes, escuelas y teorías pasaron de ser objetos de laboratorio u conceptos a ser alimento de miles de individuos, ansiosos por encontrar una medicina reparadora o explicativa.
III
¡Todo un problema psicológico! Veamos una conocido razonamiento popular. Si alguien, ante algún infortunio aduce «todo lo malo pasa por algo, el resultado es la enseñanza», ¿quién podría objetarlo? Uno acaba aprendiendo.
II
III
Ahora, en caso de ser receptores de todo bagaje psicológico y consumidores de información psicológica, ¿cómo discernir lo válido de las hipótesis populares, de los constructos que nos rodean? El hombre es proclive a construir, a edificar teorías, estructuras, relatos, no importa que tan fehacientes sean los cimientos que utiliza. Para decirlo de una manera brusca: un hombre, una mujer, pueden convivir toda su vida con una religión, una familia, o una concepción que no les sean propias, incluso que les hagan daño, en tanto estas instituciones los cobijen. ¿Y los cobijen de qué?
Es cierto que la gente sabe mucho más de psicología que antes. Se ha pasado de ver a la psicología como un «tratamiento para locos» a una herramienta más, y de «ir al psicólogo por derivación médica» a indagar sobre la orientación psicoanalítica o cognitiva de quién nos va a tratar. Pero es cierto que también la psicología aún, en muchas ocasiones, es una especie de territorio astrológico. ¿Cómo discernir información? Posiblemente, detenernos en estas diatribas sea un primer paso necesario.
IV
Una última reflexión con base a la divulgación del conocimiento académico. Una de las cunas del conocimiento científico fue el antiguo Egipto —¿y qué sería de éste sin las prácticas mágicas? Cosa que no quiere decir que éstas lleven razón—, el conocimiento era preservado arbitrariamente y la
divulgación era una herejía —herejía ante muchos dioses a la vez, para peor—. Este elitismo odioso es contrario al espíritu de toda institución universitaria moderna. A su vez, en la actualidad, el conocimiento no va mucho más allá de las instituciones, y cuando éste sale de ellas deviene, por lo general, en material a transformar por las sociedades, en las que muchas veces se pierde o resignifica. Esta resignificación, en tanto, puede ser importante ante los ojos abiertos de la psicología, pero la perdida ocurre. Esto que parece insalvable quizá sea problemática de divulgadores o filólogos, irresoluble para los estudiosos de la psique. Pero, quizás, esta falibilidad nos diga otra cosa: la psicología es el ámbito de lo uno. Está en el detalle, en el que no se encuentra Dios —que siempre estuvo en las grandes generalizaciones, al contrario de lo que se piensa—; en la excepción. Los artículos de psicología de las revistas de actualidad no nos hablarán en primera persona. ¿Habrá alguna vez una teoría psicológica del todo? Mientras tanto, ¡viva la diversidad!
Voy a añadirte a mi lista de blogs cotidiana. Te lo mereces amigo. 🙂
Saludos